09 junio 2007

La paradoja del liderazgo

Gunderson, Denny. La paradoja del liderazgo. Tyler, TX, EE.UU.: Editorial Jucum, 2006. 142 páginas.

Entre los muchos libros sobre liderazgo que se publican actualmente, sobresale por su calidad este libro breve en extensión y modesto en su presentación. Es lo mejor que he leído sobre el tema últimamente.
Empecemos por mencionar una encuesta que está citada en el libro. Hace varios años en EE.UU. se pidió al público que clasificara 71 profesiones en orden de honestidad e integridad: entre las 71 profesiones, los tele-evangelistas ocuparon el lugar 69, ¡las únicas dos profesiones que quedaron por debajo de los telepredicadores fueron las de los jefes mafiosos y la de los señores del narcotráfico!
El libro consta de nueve capítulos cortos, cada capítulo se puede leer completo de un tirón en unos pocos minutos. En el primer capítulo, «La trampa del control» el autor trata acerca de si el liderazgo es un puesto o una función. Buena pregunta. En el mundo cristiano latinoamericano no nos gustaba ponerle nombres de seres humanos a los ministerios como se estila en los Estados Unidos, pero ya he empezado a ver algunos «ministerios» que llevan los nombres de sus líderes, triste síntoma. El autor dice que se cae en la trampa del poder cuando, entre otras cosas, se hace hincapié en el nombre del ministerio en lugar de hacerlo en el verbo ministrar. En el capítulo segundo, «El toque de sirena del estrellato» trata el problema de los «ministerios cristianos» que cristianizan sus mensajes para ponerlos al servicio del interés propio y atraer donantes. Muestra cómo la naturaleza del verdadero liderazgo servicial se opone a la fibra del ego humano. En el capítulo tercero, «Transformados mediante la aceptación» el autor trata de la relación del líder con sus seguidores, mencionando como la aceptación, la implicación en la vida de la gente y la compasión son atributos esenciales en la vida del líder servicial.
El capítulo cuatro, «Los peligros del favoritismo» trata el caso tan común y desagradable de líderes que suelen mostrarse predispuestos a la parcialidad selectiva en sus relaciones, esos que no se juntan con la chusma, pero no deja de lado un caso para mí peor, el de los que disfrutamos cuando somos objetos de favores especiales concedidos por alguien situado en buena posición.
Ese tipo de relaciones están completamente distantes del liderazgo y del discipulado bíblico, pero se ven en todo lado donde hacen su aparición muchos de los llamados «ministerios» cristianos. El autor nos recuerda que el líder servicial es el que sigue los pasos de Jesús no los de la escala de posiciones en una organización «cristiana». El capítulo cinco, «En el extremo receptor» el autor desenmascara la actitud prepotente de muchos líderes, que con sus adémanes, palabras y actitudes despliegan un aura calculada de magnitud espiritual intocable. En el capítulo seis, «Intransigencia», muestra como el abuso de la confianza de sus seguidores, hace que muchos líderes exploten esa confianza para sacar provecho personal. El autor nos muestra cómo el líder servicial está obligado por motivos de pureza a deslindar su comodidad económica personal de todas las circunstancias de su ministerio.
El capítulo siete, «Que sus actos hablen bien», muestra como la noción de superestrella que domina el liderazgo actual en los «ministerios cristianos» le ha hecho un flaco servicio al liderazgo ideal que nos muestra el Nuevo Testamento. En este capítulo el autor se enfoca en los principios para dar verdadero ejemplo. El capítulo ocho, «El factor mansedumbre», habla acerca de que el líder servicial debe ser completamente honesto consigo mismo y con los demás, sin esconder sus debilidades, abandonándose a sí mismo al poder y a la gracia de Dios. En el capítulo nueve, «Fe suficiente para confiar» trata acerca de la confianza que el líder servicial debe tener en sus compañeros. El autor dice que la confianza exigida, pero no ofrecida, deja en el seguidor un sentimiento de violación.
El libro termina con unas «notas finales» en las que se hace un llamado a cambiar la noción y la realidad del liderazgo entre nosotros, teniendo en cuenta que el cambio del liderazgo egocéntrico al servicial no tendrá lugar a menos que Dios realice una profunda obra de gracia en nosotros. Pidamos a Dios por ello.

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